
Miniguía para un maxicambio
Esfumarte de este mundo por culpa del tabaco no tiene nada de artístico. Pero ex-fumarte, convertirte en ex-fumador, tiene lo suyo, ¿verdad?
Deja de fumar sin “métodos”, sin parches, sin placebos; sólo con tu sentido común:
— Conoce en pocas palabras qué es lo que realmente te engancha
— Descubre qué va a hacer tu mente para impedirte ser libre y aprende a mandar tú sobre ella
— Prepárate mentalmente para afrontar el gran día… y, sobre todo, los que vendrán después
Sabes que esta guía cuesta menos que un paquete de tabaco. Sabes que la descargarás. Sabes que la hojearás. Y sabes que sólo por esos tres motivos vas a sentir inconscientemente que ya has empezado a liberarte. Sí, es el primer paso, pero no te quedes aquí, por favor. Léela (es breve, no tienes excusa), atrévete a ponerle fecha a tu decisión y libérate por fin.
Páginas: 25
Idioma: Castellano
▷ Descubre cómo dejar de fumar sin milagros y sin humo, sólo con tu sentido común. Aprende a entender tu mente y anticipar sus trampas. Breve, directa y poderosa, esta miniguía te acompaña desde tu decisión hasta los días que vendrán, para que tu primera bocanada de libertad sea real… y sin humo.
Conócelo mejor
ASÍ COMIENZA ▽
1. ANTES DE EMPEZAR: UNA ANÉCDOTA PERSONAL
Un día tuve la oportunidad de hablar con un jesuita muy interesante al que le pregunté algo que siempre quise saber: el verdadero sentido del celibato.
—¿Por qué en otras vertientes del cristianismo hay religiosos que pueden casarse?, ¿qué hay de malo en tener una relación de pareja, en formar una familia…? ¿Es que el sexo, que supuestamente lo creó Dios, es algo malo, pecaminoso…? —le pregunté, esperando que me hablase de la virtud de la abstinencia y del sacrificio.
—No tiene nada de malo: es maravilloso. Pero el sentido profundo del celibato es entregarse por completo al mundo. Si yo me entrego a un amor personal, dejo de estar disponible para el Amor Universal: dejo de estar allá donde me necesiten, que es mi vocación.
Este jesuita no sólo vivía su fe con esta coherencia, sino mucho más allá: había ayudado a “salir del oficio” a otros religiosos, hombres y mujeres sin vocación que no hacían ningún bien ni a su profesión ni, sobre todo, a sí mismos. “¡Llegué incluso a oficiar algunas bodas entre ellos!”, me comentaba con humor.
Yo le dije que comprendía estas razones, pero que me costaba entender que no viviera esto como un sacrificio:
—¿No sientes que te estás perdiendo algo? —le pregunté, creyendo que ponía el dedo en la llaga.
—Y tú como vegetariana que eres, ¿no sientes que te estás perdiendo algo por no comer carne? —me preguntó, muy hábil, sabiendo que desde mi adolescencia no como animales.
—Yo soy vegetariana, no tonta —respondí, como siempre suelo hacer—. A mí me gusta el sabor de la carne, pero no lo vivo como un sacrificio porque la satisfacción que siento dentro de mí no comiendo carne es superior a la que obtengo comiéndola.
—Exactamente igual que yo —me respondió.
Esto es justo lo que pretendo transmitirte con esta historia: es más que probable que la frase “pero es que a mí me gusta fumar” nunca desaparezca de tu mente. NUNCA. En tu cabeza están grabadas a fuego sensaciones de relax asociadas al tabaco que no podrás borrar de un plumazo; aunque ese relax, como ahora veremos, sea artificial.
Pero me gustaría que llegaras a pensar y sentir que aunque eso sea así, la satisfacción que obtendrás de ser libre, de mandar tú sobre ti, será mucho más grande y profunda que ese “placer” artificial, efímero y adictivo que constituye el tabaco en tu vida.
2. “¿CÓMO QUE UN PLACER ARTIFICIAL? ¡YO FUMO PORQUE ME GUSTA!”
¿Realmente sólo fumas porque crees que te gusta?
Y digo “crees” que te gusta sin pretender entrar en tus gustos porque, reconócelo: a nadie le gusta el primer cigarrillo. Ni el segundo. Y si le echas el humo de un cigarro a cualquier niño o animal, su reacción natural es apartarse. Pero no voy a entrar en esto porque lamentablemente el cuerpo humano se acostumbra igual de rápido a lo que le sana como a lo que le daña…
A lo que voy es a la razón que tantísimas personas, que se sienten casi amenazadas por ideas como ésta, esgrimen para defender su derecho a fumar: “¡yo fumo porque me gusta!”. Gustar… A mí, como tal vez a ti, me gusta el chocolate. Es más, me chifla. Pero yo no necesito salir a la calle con una tableta en el bolsillo y si un día se me acaba a las diez de la noche te aseguro que no remuevo Roma con Santiago por conseguir una onza. ¿Podrías decir tú lo mismo respecto al tabaco? NO. Porque cuando el tabaco se te acaba entras en una especie de estado de pánico y con tal de no sentirlo, sales a por tus cigarrillos en medio de la noche, en pijama si hace falta y bajo la lluvia si es preciso.
Así que sé consciente de todas las razones que te das para mantener tu hábito:
— “Yo fumo porque me gusta”
— “Así disfruto más de la vida”
— “Es un hábito como otro cualquiera y puedo dejarlo cuando quiera”
— … ¿cuáles son las tuyas?
Y sé consciente también de que estas razones no son “tuyas”: no te las das tú, sino sólo tu mente adicta que no quiere verse privada de lo que cree que necesita.
3. “¿POR QUÉ FUMO ENTONCES, EN REALIDAD?”
Para ti lo que sucede es esto:
1) Me siento nervioso, estresado, aburrido, frustrado…
2) Fumo un cigarrillo y me relajo.
Pero en realidad sólo fumas porque necesitas calmar el “mono” que te ha dejado el cigarrillo anterior, así de simple.
Entonces lo que sucede dentro de ti es bien distinto a lo que crees:
1) Te sientes nervioso, estresado… porque tienes, ni más ni menos, que síndrome de abstinencia: ese momento en el que la nicotina te pide más nicotina. Es el famoso efecto que visto en personas con problemas de drogadicción te habrá hecho, quizás, sentir lástima… pero que en ti es posible que no reconozcas de la misma manera.
2) Fumas un cigarrillo: la nicotina es absorbida por tu cuerpo y calma ese “mono” que sentías produciéndote una sensación de relax… hasta que el efecto de la nicotina se pase y te pida una nueva dosis. Un ciclo sin fin.
Sucede que se suele empezar a fumar subestimando su poder de adicción y una vez inmerso…
CITAS DEL LIBRO ▽
“El cuerpo humano se acostumbra igual de rápido a lo que le sana como a lo que le daña”
“Si elimino lo que me pone nerviosa, no necesitaré lo que creo que me relaja”.
“¿Recuerdas cómo eras tú mismo antes de empezar a fumar?”
“Dejar de fumar es algo que te pone en contacto directo con tu vulnerabilidad”
“Demasiados intentos fallidos degradan la imagen que tienes de ti mismo”
“Sólo si respetas totalmente a tu adversario podrás vencerlo dignamente”
"El tabaco no llena el vacío: lo crea"
MÁS OPINIONES ▽
“Breve y conciso. Entre tanto libro de autoayuda, se agradece una guía breve que no te cuente rollos y vaya al grano”.
A. M., lector
“Se puede decir más alto, pero no más claro”.
I. T. P., lectora


