El muñeco ruso

Un amor al que esta vida se le queda corta

Samuel y Sarah: toda una vida juntos y la promesa de volver a encontrarse si alguno de los dos se “marcha” antes de lo deseado.

Una segunda oportunidad para vivir la misma vida… o para cambiarla y ¿cambiar el destino, si es que existe?


Páginas: 142
Idioma: Castellano

Asómate al libro...

Estoy en la página 13, con piel de gallina, nudo en garganta y ojos húmedos. No me esperaba esto, qué descripciones tan bonitas... Haces que el lector empatice y se enganche con la historia; incluso se emocione. Se nota que esas letras nacen directamente de tus entrañas; eso lo hace especial.
- A. P., lector

Booktrailer

Conócelo mejor

INSPIRACIÓN ▽

Mi lugar favorito del mundo, de lo poco que conozco de él, es la Isla del Príncipe Eduardo, en Canadá: un lugar de infinita belleza, gentes amables, playas de arena rojiza y románticos faros. Así que siempre pensé que ambientar aquí mi primera novela me permitiría, de alguna forma, regresar a este lugar al menos con el alma.


ASÍ COMIENZA ▽

Tengo ochenta y siete años y me estoy muriendo.

Se supone que como ya he vivido suficiente no tengo derecho a quejarme. Los que ya han comido están al final de la lista de los que tienen hambre. Pero me quejo porque aún no estoy saciado; que se vayan los que ya lo estén... Yo sigo amando la vida. Amo mi vida y, por encima de todo, amo a lo que, de ella, se quedará aquí y no me acompañará: Sarah.

Tú quizá puedas aprender a vivir sin mí, pero yo, ¿qué voy a hacer allá sin ti, mi alma buena…?

—Cariño, ¿puedes abrir las cortinas? Hace un día precioso y debo ir acostumbrándome a “la Luz”, ¿no crees? —dije, entre toses, en un intento de hacerla reír con un humor un poco aciago...

Sarah rió amargamente. Habíamos acordado “irnos” a la vez, como si la muerte pudiera pactarse, pero, al parecer, yo iba a faltar a mi palabra. Aunque como optimista incorregible que soy, aún fui capaz de ver el borde luminoso que tiene todo nubarrón: tenía delante de mis ojos, por fin, la oportunidad de cumplir mi Promesa más importante; la única que le había hecho a Sarah durante todos estos años de amor: fuese adonde fuese, intentaría comunicarme con ella, haría todo lo posible por contactarla, por dar con ella, de alguna manera… hasta que volviéramos a encontrarnos una vez más y para siempre.

Del exterior llegaban los familiares relinchos del caballo de los Forrester, haciéndonos saber que acababan de darle de comer. Y el sol entraba por la ventana con tanta fuerza que me impedía pensar en mi muerte. Vida, sólo vida: en aquella habitación, aún sólo había vida.

—Mmm… ¡qué sol tan delicioso! —exclamé, ahogado, casi sin aliento, antes de seguir intentando quitar hierro a la situación—. Mira que si me muero hoy, qué manera de fastidiar el día, ¿no?

—¡Basta ya, Sam! —cortó ella y salió precipitadamente de nuestra habitación.

Recordé que Sarah siempre se resistía a estar de buen ánimo cuando sentía que era forzado y deseé haberme tragado mis palabras y mi siniestro humor, pues lo último que quería en el mundo era que me dejase solo: ¿y si me iba sin poder despedirme? ¿y si mis últimas palabras pronunciadas resultaban ser una perfecta estupidez? Ella debió de leerme el pensamiento, como siempre, y regresó a nuestro dormitorio más serena y con la mirada baja para que no viera el rastro de sus lágrimas.

—¿Crees que es cierto que lo que somos hoy es el resultado de lo que fuimos ayer, mi amor? —preguntó en voz queda, tomándome la mano y sin parar de acariciarla.

—No lo sé, cariño —respondí, meditando—. Yo sólo sé que si cada uno de los pasos que he dado en mi existencia, me han conducido hasta ti, los repetiría, sin dudar, para volver a vivir una nueva vida contigo, idéntica a ésta.

—¿A pesar de “todo”? —inquirió ella, mirándome a los ojos, perspicaz, sabiendo perfectamente que la entendería. Dudé unas décimas de segundo, espantando de mi cabeza el moscón de un fatídico recuerdo que ni siquiera ahora se dignaba a dejarme en paz.

—A pesar de todo —sentencié en un hilo de voz, más seguro que nunca de que entregaría mil veces mi vida por volver a ver ese rostro surcado de arrugas una vez más.

Compartimos un hermoso silencio, de esos que sólo se pueden compartir con las personas que amas. Esos espacios llenos de vacío que son como ropa vieja, que, de tanto usarla, ya no tira…

—Sarah… —le dije, en un susurro, sintiendo que se me iban el aire y la vida.

—¡Samuel, mi amor! —su grito me heló la sangre y me confirmó que todo estaba a punto de acabarse para mí.

—Gracias por amarme… —dije, sin estar seguro ya de si me oía—. Y, sobre todo, gracias por dejarme amarte. Hasta siempre, mi vida…

Y entonces… asistí a aquello de lo que tantas veces había oído hablar y que tantas otras había leído: me sentí, literalmente, despojado de mi cuerpo. Vi a Sarah apretarse contra él y llenarlo de besos y de lágrimas, pero yo ya no podía sentir nada. Sólo sentía una extraña paz, una inusitada plenitud que contrastaba con el dolor de mi esposa, a la que contemplaba, impotente.


CITAS DEL LIBRO ▽

“Sarah poseía el don de la belleza discreta, de ésa que a tipos como yo les salta a la vista por carecer, precisamente, del afán por brillar. Porque Sarah no deslumbraba: iluminaba. Por eso supe al instante que nunca me cansaría de mirarla. Y lo mejor es que no era consciente de su luz, simplemente la derramaba con la misma naturalidad con la que respiraba, sin poder evitarlo”.

“Un nuevo silencio. Y yo me pregunté dónde guardaría el tiempo su goma para poder estirarlo hasta la eternidad…”

“No puedo explicar cómo se puede amar a alguien sin conocerlo… Me venía a la mente la pregunta típica: ¿nos conocíamos de otra vida? Pero también otras preguntas: ¿se puede amar desde la intuición o sólo desde el conocimiento?, ¿es quizás el amor más grande cuando se da sin ninguna reserva ni condición, sin ni siquiera conocer al otro?, ¿el amor que no se asienta en el conocimiento es sólo un espejismo que nace de la propia necesidad de amar?...”

“Era extraordinario evocar juntos nuestros recuerdos, pues sabía sacar a la luz las cosas que yo daba ya por perdidas. Ella las sacaba del cajón más recóndito de mi conciencia, las soplaba para quitarle el polvo de los años y, voilà, ahí estaban, reluciendo como el primer día, prestas a hacerme sentir que no estaba todo perdido…”

“Durante todos los años que vivimos juntos, aunque yo la amaba más que a mí mismo, nunca sentí demasiada curiosidad por conocer su pasado y sus recovecos secretos. Pero si mi amor era como un telescopio, desde el que avistaba estrellas que alcanzar a su lado, el suyo era como un microscopio, que disfrutaba conociendo y diseccionando cada átomo de mi conciencia”.

“Jamás definimos nuestra relación; ambos sabíamos que era amor, aunque hubiese florecido tan deprisa. Y es que en el vendaval de la pasión es fácil engañarse, ya lo había vivido antes… pero en esta ocasión, y como el paso de los años no hizo más que confirmar, el tornado no dejó a su paso una casa en ruinas, sino una casa en construcción”.

“Siempre que podía, intentaba dar su dinero en especie, es decir, no directamente sino a través de satisfacer la necesidad que había de fondo, pues estaba aprendiendo que, en ocasiones, la falta de dinero era sólo un reflejo más de otras necesidades más profundas…”.


MÁS OPINIONES ▽

“Desde un planteamiento absolutamente original, Vanessa Gil nos brinda una novela llena de optimismo y alegría (…) El muñeco ruso es un verdadero descubrimiento, una de esas joyitas con las que te encuentras, o el destino pone en tu camino porque estaba escrito que te tenías que cruzar con él. Una novela en la que Vanessa Gil vuelca un mensaje de optimismo; es un libro con luz, con color, como esos muñecos o matrioskas, que siempre traen más en su interior de lo que puede parecer...”
Extracto reseña del blog literario Los libros de Dánae

“Escribes desde tu punto de vista, pero sin sentenciar y de manera inteligente retas al lector porque consigues exponer ideas muy interesantes que dejan preguntas abiertas para ser contestadas y meditadas por uno mismo. Y transmites esa sensibilidad tan especial que llegas a emocionar, esa mirada tan limpia que tienes hacia todas la cosas que te rodean...”
A. G., lectora

“Acabo de terminar ‘El Muñeco Ruso’ ahora mismo (y es la una menos cuarto de la madrugada) pero no me podía dormir hasta decirte todo lo que me ha gustado la historia!!! La cantidad de matices, tu increíble sensibilidad y la rica narrativa que posees, sin dejar por ello de ser amena su lectura, que me parece lo más difícil en literatura. Enhorabuena mil veces! El argumento es delirante y a veces te confieso, sobre todo al principio, estar leyendo a Allan Poe, uno de mis escritores favoritos. La idea me pareció originalísima! De nuevo mi más sincera enhorabuena, no es ningún cumplido, me ha encantado!”
J. A., lector

“Fundir fantasía con amor e incertidumbre, resultado: magia. Si además lo envuelve el alma... lágrima”
J. L., lector

“La novela me ha gustado mucho, me ha emocionado en varias ocasiones. Debo reconocer que el comienzo me impactó, no me esperaba ese comienzo. Y me ha transmitido varios mensajes, como que está en tu mano cambiar tu historia...”
R. M., lector

“Me ha parecido muy gratificante, es una historia maravillosa que recomiendo a todos los amantes de la lectura”.
E. F., lectora

“Hay una frase que dice así: ‘En la vida hay dos tipos personas: unas que viajan contigo y otras que te hacen viajar’. ‘El muñeco ruso’ pertenece al segundo tipo de personas: un libro que te hace viajar. Y es que cuando algo es sencillamente bueno no tienes las palabras exactas para describirlo: simplemente ¡ES! Ojalá os haga viajar!!!”
Á. C., lectora

“Acabo de terminar tu libro y me ha encantado. ¡Es una historia preciosa! Gracias por compartirla”.
A. I., lectora


RESEÑAS ▽

Los libros de Dánae - Reseña novela El muñeco ruso

Carmelo Beltrán - Reseña novela El muñeco ruso


ENTREVISTAS ▽

Entrevista en Cadena Ser:

Entrevista en La Universal Radio:

Reportaje en La Universal Radio:

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