
¿Existen «leyes» que sin saberlo rigen ciertos aspectos de tu vida personal?
¿Quieres conocer las 12 Leyes que yo he descubierto en mi vida y saber si tienen utilidad práctica en la tuya? Y, sobre todo, ¿te atreves a indagar en las que afectan a tu propia vida?
Porque, digo yo, que si el universo físico tiene sus leyes, ¿por qué no va a tenerlas el resto de aspectos de nuestra vida?
Pero vamos a ser sinceros: de todas esas leyes de las que hablan los gurús (la Ley de Atracción, la Ley de la Abundancia, la Ley del Karma…), ¿cuáles VES que son realmente ciertas en TU vida cotidiana? ¿Las crees y sientes de verdad o las has terminado aceptando, casi sin querer, como parte de la sabiduría popular?
PRIMERA PARTE: Las leyes de MI vida
SEGUNDA PARTE: Las leyes de TU vida, con más de 200 cuestiones para reflexionar sobre la aplicación de estas Leyes en tu propia vida con el fin de que te sirva como guía, apoyo e inspiración + 12 fichas para la observación y registro de tus propias Leyes.
Páginas: 198
Idioma: Castellano
▷ Un viaje hacia las leyes invisibles que guían tus pasos. Descubre las que están presentes de verdad en tu día a día y conviértelas en tu propia brújula interior.
Conócelo mejor
ASÍ COMIENZA ▽
Se dice que venimos al mundo sin “manual de instrucciones”. Y lo entiendes cuando tienes un hijo. O sin tenerlo, sencillamente siendo un hijo… porque en más de un aprieto habrás puesto a tus padres, ¿verdad?
En mi pequeño libro Tu felicidad al desnudo traté de ayudarte a desmontar 6 creencias muy poderosas y arraigadas en tu sistema de pensamiento (tu programa) que te imposibilitan acceder a tu felicidad. Ojo, que no digo alcanzar, porque no pienso que tengamos ninguna cumbre que subir ni nada que lograr. Digo acceder con toda la intención, porque, como explico en dicha guía, creo firmemente que la felicidad la llevamos dentro, nacimos con ella, es nuestra esencia, de lo que estamos hecho… sólo tenemos un montón de trastos que quitar de nuestro camino para, simplemente, des-cubrirnos que, etimológicamente, es “quitarnos lo que nos cubre”.
Pero en este libro que ahora tienes en tus manos quiero centrarme en lo que sería el contrapunto de esos 6 programas con los que venimos de serie. Y es que, no se a ti, pero a mí me habría gustado nacer con el “manual de instrucciones” que te comentaba al inicio: para entenderme y comprender también el mundo que me rodea. Cómo me habría gustado que al nacer, en vez de esos programas limitadores propios de nuestra cultura me hubiesen implantado un pequeño chip de sabiduría o, qué sé yo, haber adquirido la capacidad de Superman, que en un determinado momento fue capaz de absorber de forma inmediata todo el conocimiento del universo, sus mecanismos… sus leyes. Porque, a mi juicio, nuestra existencia es demasiado corta y nuestros procesos madurativos demasiado lentos para comprender tanta complejidad.
Y, digo yo, que si el universo físico tiene sus leyes, como la de la gravedad que ilustra la portada de este libro, ¿por qué no va a tenerlas el mundo espiritual del que también formamos parte?
Bien, yo no tengo un pensamiento precisamente científico, ésa es la verdad. Mi mente sigue derroteros más humanistas y filosóficos. Pero la ciencia me parece un gran ancla para no ahogarse en medio del mar de creencias y pseudociencias que nos rodea. Para extraer de ellas lo que tienen de cierto y no dejarse embaucar por las hordas de iluminados que tratan de roer nuestro sentido crítico y de convertirnos en crédulos rebosantes de dogmas.
Así pues, parto de esta base:
— En el mundo físico existen muchos ámbitos donde los seres humanos, gracias a la observación y experimentación, han descubierto leyes. Es decir: reglas fijas a las que están sometidos ciertos fenómenos de la naturaleza.
— Existen otros ámbitos donde las leyes han sido creadas y acordadas, como el ámbito jurídico. Es decir, no descubiertas, sino inventadas.
— Y existe otro ámbito que yo denominaría “espiritual” que aglomera, en realidad, a todo tipo de personas y creencias: desde el humanismo, la psicología, la filosofía y otras ciencias sociales hasta lo esotérico, pasando por algunas religiones y las terapias alternativas.
Muchas de las personas que tienen este libro entre las manos es posible que se identifiquen con este ámbito y que estén familiarizadas con algunas de las leyes de las que se suele hablar con frecuencia: la ley de atracción, la ley del karma, la ley de la abundancia…
En este área, en mi opinión, se está a caballo entre:
— lo que en realidad es,
— lo que uno cree ver
— y lo que, a partir de lo que uno cree ver, se interpreta e inventa para dar sentido a la propia existencia y aliviar la carga de vivir en un mundo inmenso y difícil de comprender.
Por este motivo me parece tan interesante como peligroso adoptar todo este tipo de leyes (como las citadas o como las presentes en este libro) como algo propio, sin filtrarlo, como si, tal y como las venden, fuesen leyes científicas. Por más que yo intente que este libro sea un contrapunto a todos los condicionamientos y limitaciones que absorbemos de nuestra cultura, me parecería igual de incorrecto intentar que te lo “tragues”, sin “masticar”. No quiero que sustituyas una programación por otra, sino que adoptes una actitud crítica y de cuestionamiento tanto de lo que ya tienes “instalado” de serie como del “alimento” nuevo que adquieres, como el propio material que tienes entre tus manos.
Así que con este libro, por más que yo las haya denominado “leyes” por cuestiones creativas, tan solo son hipótesis basadas en observaciones de cómo creo que funciona mi vida y la de las personas que me rodean. Si yo hubiese nacido en una favela mi recorrido habría sido otro y, ¿quién sabe?, ¿tal vez también habrían sido otras mis conclusiones?, ¿habría dado, quizás, con otras leyes? ¿Cuáles serían las verdaderas, entonces…?
Por eso te animo a “colar”, como he intentado yo a lo largo de estas páginas, todo lo que te llegue de este ámbito “espiritual” y que pases todo por el filtro de tu experiencia personal y por el tamiz de tu propia reflexión.
Y en la medida de lo posible, por el filtro de la ciencia, aunque sea difícil en este ámbito. Los científicos estudian un fenómeno repetidamente y de ahí extraen las leyes que lo rigen y son capaces de predecir lo que sucederá. Si A, entonces B. Causa y efecto, no hay azar. Tratemos pues, con nuestras posibilidades, de emularlos aunque en nuestra vida sí haya azar (o así lo creamos). Es decir, que las cosas que observemos, antes de creer que son ley, que son así, veamos si siempre que se repiten son:
— Verdaderas: si no se producen observaciones repetidas que las contradigan.
— Simples: con pocas variables, fáciles de observar.
— Absolutas: si se dan sin que nada les afecte.
— Universales: si valen para todos y en cualquier lugar y circunstancia.
Pues a falta de un método más científico para medirlas y ratificarlas, me temo que al final he de rendirme a eso que oí una vez: Lo que piensas que es verdad, es verdad y lo que piensas que no es verdad también es verdad (es decir, es verdad para ti que eso no es verdad, perdón por el trabalenguas). Es decir, estamos en el terreno de las creencias, de la interpretación de la realidad. No vamos a entrar en si tus creencias crean tu realidad o si, simplemente, la condicionan. En unas ocasiones crearán tu realidad, en otras la influirán y en otras no la afectarán en absoluto. Lo que sí harán siempre, en todo caso y sin excepción, es configurar tu interpretación de tu realidad. En otras palabras: tu mente quiere darte la razón siempre. Es más, da igual que los hechos contradigan lo que tú piensas, porque tu mente buscará aquella parte de los hechos que le dan la razón o, directamente, interpretará la realidad al gusto de las creencias que tiene instaladas.
Así que aquí te traigo el “manual de instrucciones” que me habría gustado que me dieran cuando vine a este mundo y que he divido en dos partes: …
CITAS DEL LIBRO ▽
“Nadie tiene la responsabilidad de motivarte ni de ayudarte en nada”.
“La vida trabaja CONTIGO, no para ti”.
“Nos pasamos la vida interfiriendo en la vida de los demás con la creencia de que es nuestra responsabilidad o lo hacemos con la mejor intención”.
“¿Te imaginas cómo tendría que ser la realidad para adaptarse a cada persona de los millones que pueblan la Tierra? ¡Sería alucinógena!”.
“Tu alimento mental, audiovisual… es tan importante o más que el que entra en tu cuerpo”.
“A cada estado mental le corresponde una realidad interior”.
MÁS OPINIONES ▽
“He disfrutado gracias a la claridad de la exposición y a la amenidad del tono. Y es que el libro, en general, cae bien. La sinceridad con la que afrontas los temores que todos en algún momento hemos tenido hace que confiemos no sólo en nosotros mismos sino en el que ha escrito estas páginas. En las obras de este tipo es fundamental transmitir esa confianza, por lo que la voz del narrador ha de dirigirse al lector como si a un niño inteligente fuese a explicársele algo”.
C. D. M., lectora
“Muchas gracias por saber transmitir tanta sabiduría”.
P. R., lector
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